miércoles, 21 de mayo de 2008

" Sin miedo" ( cuento)




Jamás se había sentido a gusto en ningún colegio, era tímido e introvertido, cualidades que no fomentan una atracción directa entre los adolescentes. Ya estaba cansado de las burlas, las risas. Los comentarios en vos baja eran una constante, cuando Andrés entraba al patio del colegio o al aula.

Tenia un solo amigo, que también era su compañero de banco, Jeremías, un chico de barrio de carácter humilde, quien se apiadaba con cariño de Andrés cada vez que le hacían una broma, las que no eran livianas para nada. Una vez lo dejaron encerrado en un armario de chapa, donde se guardan los útiles de los maestros, durante dos horas después del horario escolar. Lo encontró el portero, cuando revisaba las aulas, como todos los días antes de irse. En otra oportunidad los más grandes lo dejaron en calzoncillos y ataron sus zapatillas, desde los cordones, en las canillas del baño de niñas, donde estuvo casi una hora de clases desatando los infinitos nudos, mientras las niñas se reían y burlaban de manera constante, ensordeciendo los oídos de Andrés. En otra ocasión un compañero de su mismo curso, lo golpeo argumentando que Andrés le había robado una regla. Desde ese día el respeto nunca valorado de Andres, descendió hasta el centro de la tierra; dándole la excusa innegable a todos, de poder abusar de él para siempre.


Andres vivía con su madre y una Hermana. Había sido educado bajo las leyes estrictas del catolicismo mas cebero, su padre había muerto y era su madre la que mantenía a la familia. Había sido criado como una niña mas; cuando llegaba del colegio, almorzaba y hacia las tareas del hogar, las cuales se turnaba con su hermana, día por medio. Nunca faltaba el colgado que le gritaba alguna barbaridad cuando pasaba por la puerta de su casa y lo veía limpiando, lavando ropa o planchando. Su madre siempre le decía que ayudarla no tenia nada de malo y que nunca dejaría de ser hombre por ello. Pero Andres dentro de su aún no revelado ego, ya no aguantaba más la intolerancia, la estupidez; los rostros de sus compañeros convivían con él todo el tiempo, aun cuando dormía, esas nefastas caras y sensaciones volvían en sus sueños para torturar su pensamiento. Otras de las razones por las cuales Andres debía pasar por estos pesares, era su inteligencia, ya que era realmente sagaz, con lo cual se adelantaba a todos a la hora de las respuestas y a la hora de los exámenes siempre terminaba primero, siendo sus calificaciones las mejores del curso.

Sin lugar a dudas Andres debía esconder sus maneras, sus gustos, sus actividades fuera del horario escolar, por temor a ser nuevamente molestado por sus compañeros. Esto afectaba directamente la Psique de Andres pero sin que el se diera cuenta; el suponía que reprimiendo y olvidándose de las cosas que le hacían, podría manejar la situación o controlarla con el tiempo. Pero nada mas alejado de ello.

Un día el matón de la clase, que buscaba todo el tiempo problemas con cualquier alumno, se enojo con Andres, por que durante el recreo, le tiro el helado al piso, obviamente sin querer,

a lo que el instigador lo enfrento diciendo:

- !O me lo pagas o te mato!-

Andres sin dudarlo le pido disculpas. Pero no fue suficiente. Y cuando estaba por pedirle disculpas nuevamente, el muchacho le propinó un golpe en la nariz. La sangre se apodero de la escena estudiantil, Andres tendido en el piso trataba de recuperarse pero cuando intento levantarse recibió una patada en el estomago. Andres quedo allí sin moverse mientras tocia y su guardapolvo se manchaba paulatinamente, a medida que las gotas de sangre caían como cometas. A los minutos llegó una maestra, lo ayudo a lavarse y lo desinfetó. Mientras la docente lo atendía le hablaba:

-Andres... siempre metido en líos...-

-Usted sabe bien que no soy yo, quien se mete en problemas, sino mas bien me caen encima...-

-Sé a lo que te referís y por quien lo decís, se también que pensás que nosotras no podemos hacer nada por que es el hijo del intendente... ¿no es así... no pensás eso?-

-Si maestra, eso mismo pienso, y no dejo de pensar en las cosas que me ocurrirán cuando salga del colegio...-

-No te preocupes Andres no te va a pasar nada.-

Aunque el silencio que se produjo luego solo lo lleno de ansiedad y desconfianza, Andres contesto muy seguro:

-El no va a molestar a nadie más.-

La maestra dejo pasar por alto el comentario, comprendió que el chico se encontraba en estado de shóck, por lo que supuso que solo decía eso por dolor, bronca o resentimiento. Al terminar de ayudarlo le dio un beso y lo despidió, pidiéndole que tenga cuidado en la calle.

Al llegar a la casa Andres tuvo que narrar los acontecimientos que justificaban sus heridas y su retraso.Luego de contarles a sus familiares se sintió mas aliviado. Posterior a ello, se dio un baño, comió con los suyos y se fue a dormir. Tuvo la sensación de que el miedo se había ido y que los dolores se habían fugado con este.

Al día siguiente se encuentra con su amigo Jeremías, en la puerta del colegio. Se quedan charlando mientras los alumnos se agrupan para formar fila.

En un momento, Andres sale corriendo, dejando con la boca abierta a Jeremías, quien le estaba contando muy apasionadamente, sobre el partido de Boca del día anterior. Andres corrió en dirección a la calle perdiéndose entre los alumnos, que en sentido contrario, ingresaban al establecimiento. Recordó en el patio que el matón enemigo, tanto suyo como de la escuela, llegaba siempre tarde y que lo dejaba un auto todas las mañanas en la esquina del “kiosko de Don José”.

Andres se quedo agazapado en el frente de una casa cercana al kiosko. Espero a que llegase el auto, con la fortuna de que este, freno y dejo bajar al chico casi frente donde se encontraba escondido Andres, quedando a unos metros mas alejados de la esquina y el kiosko. Andres espero a que el auto se haya retirado y que el chico se encontrase solo en la vereda.

Fue cuando Andres salió de su escondite por las espaldas de este, con el sigilo que caracteriza a los mejores cazadores y sacando una piedra que oculto en su mano, le pegó con el puño cerrado en la espalda a la altura de los pulmones, provocando su caída y una respiración entrecortada, que no le dejaba reaccionar ante lo que estaba pasando, cuando en ese momento desde el suelo escucha la voz de Andres que le decía:

-¡Hacete el vivo ahora que estas solo y en el piso!-

Desde el suelo el chico intento una trompada a la cabeza de Andres, quien más seguro que nunca la freno y contrarrestó el ataque con tres trompadas directas a la nariz, mientras le decía:

-¡Decime que nunca mas vas a agredir a nadie, ni a hacerte el vivo o a abusar de los mas chicos, prometelo!- le gritaba una y otra vez, - ¡¡ prometelo, prometelo!!

- En medio de llantos y golpes el chico respondió:

-Si, si.. lo voy a hacer, pero no me pegues más... por favor! -

-...Y prometeme que no le vas a contar a nadie, quien te hizo esto, ni a la maestra, ni a la directora , ni a tu papá el Intendente!

-No, no... no voy a decírselo a nadie...-

-Juralo, juralo...!-

-...Lo juro, lo juro.. pero no me pegues mas...!-

Andres se dio vuelta y corrió hacia la escuela. En el camino avisó a Don José ( el kioskero) y también al portero del colegio que se estaban agarrando a trompadas a la vuelta del kiosko. Cuando llegaron las autoridades del colegio solo vieron al famoso hijo del intendente seriamente golpeado y cuando le preguntaron que le había sucedido respondió:

-... Unos chicos mas grandes me asaltaron, yo me resistí y me golpearon..-

Andrés, mientras se lavaba las manos en la pileta del baño de barones, pensaba en su premeditada reacción. Si bien no terminaba de comprender muy bien lo que había hecho, tuvo una sensación nunca antes experimentada; se había esfumado, como por arte de magia: el miedo, el nerviosismo y la inseguridad. Pero sus nuevas sensaciones también se combinaban con la culpa y el remordimiento de no haber hecho las cosas del todo bien. El chico agredido fue asistido por una ambulancia y ese día no regreso a clases. No se lo vio por el colegio en varios días.


El lunes de la siguiente semana, cuando Andres entra al colegio, su amigo Jeremías le cuenta que había oído el rumor, que el hijo del Intendente había sido trasladado a otra institución. A pedido de su padre.


Ese día Andres comprendió, que del miedo hay que hacerse amigo, por que de lo contrario, si no nos enfrentamos a él, el miedo se vuelve un enemigo, un enemigo que hay que temer; como un fastidioso compañero de clases que intenta pisotear nuestros derechos, abalado por la impunidad de ser hijo de un intendente.